Adelante, Talcahuano, 15-09-1917
Aún hay muchos obreros que rehusan unirse, mirando con indiferencia la miseria en que viven.
Muchos también son nuestros enemigos. Unos huyendo de la sociabilidad obrera, otros militando en los partidos burgueses, dando apoyo a los propios enemigos.
Esta última persecusión hecha por el Gobierno a los pobres de Tocopilla, Taltal, Chañaral, Lota, Lebu y otros pueblos, nos trae una demostración evidente del odio que el rico, que el patrón, que el Gobierno profesa a los pobres, sobre todo a los que piensan en estudiar y emanciparse de la ignorancia.
En esta campaña de odios hecha por los burgueses, ya como gobernadores, como jueces, como fiscales, como Ministros de Cortes y aún como Ministros de Estado y hasta el mismo mal agradecido del Presidente Riesco, elevado con el apoyo popular, campaña hecha contra el pueblo, ha quedado perfectamente en claro que nosotros los trabajadores nada tenemos que esperar de la canalla reinante, a no ser mayores azotes.
Todos esos burgueses divididos en bandos políticos llamados balmacedistas y radicales, o conservadores y liberales, en tiempos de elección halagan las pasiones del pueblo y lo engañan con sus acostumbradas mentiras hasta que por su concurso llegan al poder, desde donde se convierten en los verdugos del pobre que les ayudara.
Estos últimos azotes que hemos recibido, cuando gobernaban al país los partidos balmacedista y radical, partidos que en los últimos tiempos han encontrado cierto apoyo en la masa del pueblo, debido a los embustes que pregonan en sus diarios y “choclones”, han concluido por llevar a nuestro espíritu el real convencimiento de que los burgueses no serán jamás los amigos del trabajador.
El partido balmacedista, el último nacido sobre el charco sangriento de una revolución en que peleaban los ricos sacrificando a los pobres, llegó a los pueblos ofreciendo el “non plus ultra” de las libertades, ofreciendo perfeccionar el sistema de gobierno y mil maravillas que hoy no ha cumplido; pero, en cambio este partido se lanzó a la victimación de los obreros y, por medio de sus Gobernadores y Ministros, como Víctor Gutiérrez en Tocopilla y Manuel E. Ballesteros, como Ministros del Interior, se nos encarceló, se nos robó, se nos sableó y se nos asesinó de la manera más infame.
Se violaron todas las leyes, incluso las del decoro, se escarneció la libertad, se prostituyó la justicia y se blasfemó al pueblo.
Todos los pueblos han visto la brutalidad ejercida por el Gobierno en los últimos meses y ninguno de esos partidos que mienten amor al pueblo, ha procurado, no diré castigar aquellos abusos, pero ni siquiera corregirlos ni detenerlos.
Pero ante estos hechos que arrancan gritos de sublevación no podemos permanecer en silencio y el pueblo trabajador debe castigar a los malvados de una manera inflexible.
En las futuras elecciones para el año 1916 vendrán llenos de cinismo a llamar al pueblo y a ofrecerle lo que le están ofreciendo hace ya cien años, sin cumplir una sola de esas promesas.
Los adelantos que el pueblo haya conquistado se los debe a si mismo, a su iniciativa, a su labor realizada desde el solio de la sociabilidad obrera.
Pronto llegará, pues, la hora de castigar a la burguesía que se burla de los fueros, pueblo.
Luis E. Recabarren S.
( Este artículo es transcripción textual del original del periódico)